domingo, 6 de agosto de 2017

Tapiz en el museo

Con valerosa determinación, aves canoras de terso plumaje vuelan hacia el Sur, remontando los rigores del calor, las desplegadas distancias, las vicisitudes que todo traslado, viaje, migración implican; desafiando inclemencias y cansancio; firmes en su íntimo objetivo, resuelto el rumbo, las alas describiendo audaces líneas en la oposición de los aires, los montes, las arboledas y las hélices imponentes de los molinos esos de las costosísimas energías renovables, ya te digo.
Mientras, en la fronda abrupta de los pinares, plantígrados moderadamente hirsutos aguardan con la mirada puesta en un horizonte que tardará en oscurecer, porque ahora la luz y la temperatura creciente programan, con el caprichoso cambio administrativo semestral, horas que se dilatan hasta las inverosímiles "diez de la tarde".
Cuando los relojes avanzan con un ritmo estable que jamás se permitiría las veleidades surrealistas del zorcico vascongado, elaboran pensamientos sesudos y graves discursos, y con la conciencia clara de su peso, difieren lógicamente del balanceo que el lento y verde * camaleón exhibe al cruzar, con evidente desdén aunque peligro inminente para su integridad, la circunvalación de Chiclana de la Frontera, cerca ya de los viveros.

*¿De todos es sabido que la palabra verde, desmenuzada, equivale a viva el Rey de España

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